En un pequeño pueblo rural de Brasil, rodeado por altas montañas, trabajan cientos de hermosas mujeres en busca de amor. Parece un cuento de mitología griega, pero se trata de una realidad que existe en Novoia do Cordeiro, una aldea ubicada al sudeste del país.
Según una investigación del diario inglés The Telegraph, se trata de una población de 600 mujeres en donde hay escasez de hombre. La situación las llevó a hacer un llamamiento para buscar hombres solteros, lo que podría tener un alto impacto, ya que en Brasil son conocidas por su belleza.
"Los únicos hombres que conocemos están casados, o son parientes nuestros, porque acá somos casi todos primos", aseguró Nelma Fernández, de 23 años. Además, la falta de hombres se debe a que muchos viajan a las ciudades a trabajar.
Además, contó: "No he besado a un hombre en mucho tiempo. Todas soñamos con enamorarnos y casarnos, pero nos gusta vivir aquí y no queremos dejar el pueblo para ir en busca de un marido. Nos gustaría que los hombres dejaran sus vidas para venir aquí y ser parte de las nuestras. Pero antes tienen que estar de acuerdo con hacer lo que decimos y vivir bajo nuestras reglas".
En este pueblo, las mujeres asumen la mayor parte de la responsabilidad de la comunidad. Se encargan de la planificación, los asuntos religiosos y temen que la zona se llene de hombres que les modifiquen "su forma de vida".
Noiva do Cordeiro, que significa la esposa del cordero, fue fundada cuando Maria Senhorinha de Lima se instaló en el pueblo en 1891, acusada de adúltera. En ese momento, también se había exiliado de su iglesia.
Rosalee Fernandes, de 49 años, asegura que "hay muchas cosas que las mujeres hacen mejor que los hombres. Nuestro pueblo es bonito, organizado, y mucho más armonioso que si los hombres estuviesen al cargo. Cuando hay problemas o disputas resolvemos las cosas como mujeres, buscando el consenso en vez del conflicto".
Además, cuenta sobre el día a día en la comunidad: "Compartimos todo, hasta la tierra en la que trabajamos. Nadie compite con nadie. Es todos para una, y una para todas. Por ejemplo, hace poco nos pusimos todas de acuerdo y compramos una pantalla gigante para poner en el centro y poder ver todas juntas la novela".
"Tenemos a Dios en nuestros corazones, pero no creemos que tengamos que ir a misa, casarnos en frente de un cura y bautizar a nuestros hijos. Esas son reglas que crearon los hombres", resaltó.
"Y siempre hay tiempo para parar y cotillear, probarse la ropa de las demás, peinarnos y hacernos las uñas", concluyó.
Fuente: www.lanacion.com.ar