Para abordar esta lectura, es necesario ubicarla en un contexto literario y de fantasía, aunque cuente con apuntes documentales. En ese sentido, creer en el Ratoncito Pérez, a pesar de su evidente aura fabulosa, no es tan difícil si vives en Madrid o si conoces los alrededores de la Puerta del Sol. Prueba de ello es que a unos metros de la transitada plaza, en el número 8 de la calle del Arenal, se pueden encontrar las huellas del roedor en la capital: una placa conmemorativa, una pequeña estatua metálica y la Casa Museo del ratón, una suerte de galería ilusoria. «Aquí vivía dentro de una caja de galletas en la Confitería Prast el Ratón Pérez», reza el cartel.
La inscripción, no obstante, explica las incógnitas de la historia: «Según el cuento que el padre Coloma escribió para el rey niño Alfonso XIII». Y es que el mágico animal nació en el Palacio Real, a finales del siglo XIX, por un episodio del monarca cuando aún era un crío. Que el magnánimo palacio sea su cuna, cómo no, remite a un sentido figurado. Alfonso XIII, ya huérfano de padre y muy consentido por su madre, la regente María Cristina, era un pequeño asustadizo. Tanto que, tras la caída de su primer diente, convirtió esta banalidad en un problema. María Cristina, entonces, encargó al padre Luis Coloma, jesuíta y novelista, que escribiera un cuento sobre el suceso para dotarlo de tintes fantásticos y restarle la importancia que el niño le había dado.
Según explican Marco y Peter Besas en su libro Madrid Oculto (La Librería. 2010), Coloma desarrolló un relato de poco más de una decena de páginas en torno al Rey Buby I, un nombre basado en el apodo con el que la madre se refería al pequeño monarca (Buby). En el cuento, tras perder Buby su primer diente de leche, este lo colocó debajo de la almohada, junto a una carta, para la visita del Ratoncito Pérez. La historia, después, narra cómo el niño y el ratón recolectan por la noche los dientes de los niños de Madrid, para llevarlos a la casita del roedor. Su morada, como recuerda la placa, se situaba en la pastelería Carlos Prast. En la casa, el personaje análogo de Alfonso XIII conoce a la familia de su singular amigo. Coloma incluyó aquí otro apunte que identificaba al futuro rey dentro de la narración: los ratoncitos vivían en una caja de galletitas Huntley, sus preferidas.
Pocos niños conocen realmente el origen de este personaje mágico, más allá de su labor recolectora de dientes. Así, en pleno centro de Madrid se da a conocer el verdadero y único legado del Ratón Pérez. Además de la placa, situada en 2003, en la galería de la calle del Arenal se ubica la pequeña estatua de metal, así como el museo homónimo, donde se exponen algunos objetos relacionados con el famoso animalito.
Fuente: www.abc.es