El tráfico de órganos consiste en el transporte y cesión de órganos con el fin de obtener un beneficio económico. Esta actividad se considera ilegal en gran parte del mundo. En las últimas décadas defensores de los derechos humanos han denunciado casos de presunto tráfico de órganos en China y otros países, como la antigua Yugoslavia y Mozambique. El tráfico de órganos es también el tema de una popular leyenda urbana.
Denuncias de tráfico de órganos
La situación china
Existen pruebas de que en China se extraen habitualmente órganos a los presos condenados a muerte, con o sin su consentimiento,(sin que ellos se den cuenta) ya que utilizan poderosos anestésicos. El disidente chino Harry Wu y la Laogai Research Foundation acusan al gobierno chino de promover acusaciones y condenas espurias con miras a mantener un mercado próspero de tráfico de órganos. Un informe de Michael E. Parmly apoya estas denuncias, precisando que los órganos de los condenados van a parar a personas adineradas de China y el extranjero. La ONG Human Rights Watch asegura que se obliga a los presos a firmar las autorizaciones. Portavoces del gobierno chino han admitido que en los hospitales del país se utilizan órganos procedentes de condenados a muerte, pero afirman que sólo en unos pocos casos y siempre con el consentimiento expreso de los presos. El 6 de abril de 2007, el gobierno chino aprobó una ley que prohíbe el tráfico de órganos y establece como requisito indispensable para la extracción que el donante ceda voluntariamente sus órganos.
La situación denunciada en China guarda una similitud sorprendente con un relato de 1967 del escritor de ciencia ficción Larry Niven, titulado The Jig-Saw Man (El rompecabezas humano). Niven presenta un futuro en el que a los condenados a muerte se les obliga a donar todos sus órganos, compensando así la deuda contraída con la sociedad. La demanda creciente de órganos lleva a los legisladores a extender la pena de muerte a cada vez más supuestos.
Otras denuncias.
Entre 1987 y 2008 la prensa se ha hecho eco de numerosas denuncias e investigaciones sobre tráfico de órganos.
Entre 1987 y 1989, aparecieron en la prensa latinoamericana numerosos artículos que denunciaban el robo de niños para extraerles órganos (como ojos y riñones) que eran enviados al extranjero para implantárselos a niños de familias acomodadas. El primer país en que se produjo la denuncia fue Honduras (1987). Posteriormente, el rumor se extendió a Costa Rica, México, Haití y Venezuela. La antropóloga Véronique Campion-Vicent, que estudió estas denuncias, considera que forman parte de una campaña orquestada por la izquierda contra los Estados Unidos, que aparecen generalmente como beneficiario de los órganos supuestamente robados. Según esta antropóloga, el tratamiento periodístico de estas acusaciones sigue un patrón: se recogen las acusaciones, pero no el desmentido que suele seguirlas. Nunca se presentan pruebas tangibles, porque de hecho no las hay.
En 1992, la policía mexicana inició una investigación sobre una presunta red de tráfico de órganos extraídos a niños, con destino a pacientes estadounidenses. Posteriormente, se ha especulado con la posibilidad de que detrás de los crímenes contra mujeres de Ciudad Juárez pudiera haber una mafia de tráfico de órganos. Sin embargo, en 2003 la Procuraduría General de la República, tras investigar catorce casos, concluyó que las denuncias no tenían fundamento y que no había ninguna prueba de la existencia de una organización de este tipo.
La organización feminista RAWA ha denunciado que desde 1992, cuando la república socialista afgana fue destruida, los fundamentalistas religiosos, conocidos como muyahidines, se enriquecieron con el tráfico de órganos de pobres locales.
En 2005, una comisión de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (PACE) certificó que se habían producido en Ucrania casos de secuestro de niños recién nacidos, presuntamente para utilizar sus órganos en trasplantes y como fuente de células madre.
En 2007, unas monjas españolas afirmaron tener pruebas de este tipo de tráfico en Mozambique, aunque no pudieron precisar si los órganos se destinaban a trasplantes o a rituales de magia negra.
También en 2007 Luc Noël, coordinador de procedimientos clínicos de la OMS, declaró que había un 'turismo del trasplante' que llevaba pacientes adinerados a países intermediarios, como Suráfrica, Egipto y Pakistán, donde recibían órganos 'donados' a bajo precio.