La “confrontación” es constante, y muchos centran el debate en los beneficios económicos, dejando de lado la calidad editorial. Una constante es la transformación de revistas, periódicos, espacios televisivos y radiofónicos en producto al servicio del mejor postor.
Entre las razones que destacan para que el periodismo sea el negocio por el negocio, destaca que los propietarios son medianos, pequeños y grandes empresarios. Otras de las razones es la masificación de la profesión.
Antes, el periodismo era una misión practicada por unas pocas personas con amplios conocimientos de cultura e historia. Hoy día ha pasado a ser una profesión de masas en la que todos y todas los que así lo deseen pueden publicar.
Para muchos el periodismo más que una vocación es tomado como un sub-empleo o negocio que puede abandonarse si no rinde los frutos económicos esperados. Por ello es que se puede encontrar a muchos jóvenes llenos de frustraciones, porque trabajan mucho por un salario muy bajo, luego, se carga con la posibilidad de, por intereses empresariales, perder su empleo y, posteriormente, a lo mejor, no conseguir otro. Por ello se vuelven “aberrantemente” institucionales.
El tener empleo seguro obliga a volverse cínicos y fríos. En contraparte el ser periodista lleva a ser sensibles y vulnerables por las tragedias testimoniadas. La realidad comercial hace que los medios, con sus notables excepciones, estén alejados de los intereses ciudadanos, transformados en publicadores de inserciones institucionales, solo interesados en las pequeñas noticias sin contexto.
Lo anterior va contra la esencia del periodismo en el cual va como centro la búsqueda de la verdad periodística. El trabajo del periodista consiste en rescatar lo verdadero e interesante. El periodismo es descubrir lo que otros quieren ocultar.
El periodismo fue el cuarto poder, mas hoy día, mayoritariamente, es “cómplice acción” que abona en pro de la justificación de las acciones de los grupos que ostentan el poder. Esto a pesar de que el periodismo, tanto el informativo como el de opinión, debería de ser el mayor garante de la libertad, la mejor herramienta de la que una sociedad dispone para saber qué es lo que funciona mal, para promover la causa de la justicia y para mejorar la democracia. El periodismo debe de mantener a los ciudadanos informados y al Gobierno inquieto.