El periodismo, que era el oficio de perros salvajes e indomables, ha terminado siendo periodismo domesticado, que busca el guau (¡wow!), la pirotecnia del clic, el halago de colegas, fuentes y anunciantes.
Por eso, tal vez la mejor manera de comprender los modos del periodismo actual sea con la metáfora del perro y el guau.
El perro democrático. El periodismo se solía definir como el perro guardián de la democracia, luchaba por el bien público y era contrapoder. Ahora, es el perro guardián de los empresarios, el capital y los dueños. ¡Guau!.
Periodismo mascota. Esta categoría es de la autoría de Marcelo Franco, director de la Maestría en Periodismo de la ICESI en Cali. Dícese de ese periodista que bate la cola ante su amo/fuente o amo/dueño, que se conforma con ir de bozal, que le gusta que le den comida. Ese periodismo súbdito del amo/poder abunda hoy. ¡Guau!
Perro que tuitea, no muerde. La noticia se explicaba como cuando un amo muerde a su perro. Era eso extraordinario, extraño, único. Ahora, noticia es un político que ladra vía Twitter. La noticia es un perro que ladra para que los medios lo comuniquen sin contrapregunta, verdad, contexto. ¡Guau!
Periodismo ovejero. Ese del periodista que se convierte en ‘oenegero’ conciencia moral de una sociedad porque milita en una causa y promueve la agenda correcta. Su labor ya no es producir noticias, sino influir en la agenda de sus colegas. ¡Guau!
Periodismo señoritero. Esta categoría es de autoría de Martín Caparrós, quien la llama periodismo caniche. Es ese periodismo bien investigado, lento, reposado, gourmet, escrito y narrado maravillosamente, literariamente impecable. Solo que es de adorno, ya que no molesta, y el periodismo existe para joder al poder. ¡Guau! (Lea también: La paz en el periodismo)
Perrodismo. Ese de los periodistas-hombres que exhiben con orgullo que son unos perros en lo sexual y amoroso; no se aman sino a sí mismos y, por eso, acostar humanos es parte de su prestigio periodístico. ¡Guau!
Periodismo con bozal. El censurado. El que está dispuesto a morder al amo, molestar al poder, defender lo público. ¡Guaito!
El periodismo es una raza democrática domesticada que se exhibe para el lucimiento de sus amos. Tal vez, ha llegado la hora de hacer otra cosa con esto que amamos y llamamos periodismo; por ejemplo, dejar de ser esa raza domesticada para volver a morder al poder y a las buenas morales empresariales.