Cuando cada persona se acuesta a dormir, no se dan cuenta de la importancia fundamental que tiene el sueño para nuestro cuerpo. Es el responsable del mantenimiento de nuestro estado físico y mental.
El desgaste en la vida, en particular en el día a día actual, provoca una sobrecarga en todos nuestros órganos; acumulaciones de electrolitos y diversos cambios hormonales que, entre otros, son cada vez más responsables de una necesidad de reparación del cuerpo y el organismo.
Esta reparación se realiza durante el sueño. Cuando esto no acontece, o es de corta y frágil duración, el cuerpo comienza con el tiempo, a sentir los efectos negativos tales como:
- Perturbación de la arquitectura del sueño
- Alteración del ritmo cardíaco
- Aumento de la presión arterial
- Disminución del interés sexual,
- Aumento de la micción nocturna
- Aumento potencial de accidentes cerebrovasculares, etc.
¿Cuántas personas conoces que vuelven a su casa para la cena y se quedan dormidos después de cinco minutos en el sofá?
¿Y cuántos, recuerdo haber visto dormirse en lugares públicos?
¿Tienes dificultad para estar despierto en tu trabajo?
Cuando te levantas por la mañana ¿te sientes como si no hubieras dormido en absoluto?
¿Sientes dolores de cabeza al despertar?
¿Tienes dificultades para concentrarse?
¿Fatiga o somnolencia durante el día?
¿Alguna vez has pensado que puedes no estar recibiendo el suficiente sueño para restaurar tu cuerpo todos los días?
La cantidad de horas de sueño requeridas varía de persona a persona. En promedio, los bebés necesitan 17 horas, 10 horas los adolescentes y el adulto entre 7 a 8 horas.
El sueño, provoca deliberadamente un cambio o reducción en el estado consciente y comienza a partir de aproximadamente el mismo tiempo, cada 24 horas.
Resultará cuando el promedio de horas a que se hace referencia se cumplen, la sensación de energía física, mental e intelectual se restaura, lo que ayuda a la regeneración celular, así como a la plena recuperación de la función inmune.
Un ciclo de sueño consta de cinco etapas, que duran alrededor de 90 minutos (pudiendo llegar hasta 120) y durante el sueño, un ciclo puede repetirse de cuatro a cinco veces.
Hay tres grupos distintos de trastornos del sueño: insomnio, somnolencia y apneas.
El insomnio en adultos es típicamente causado por la depresión, la ansiedad, el alcohol y las drogas, los malos hábitos alimenticios y el comportamiento, tales como la televisión en la habitación, el consumo de café y las comidas pesadas antes de acostarse, la luminosidad excesiva y la diferencia de temperatura, entre otras.
La somnolencia durante el día también incluye diversas causas tales como el uso de medicamentos, el sedentarismo, los trastornos psiquiátricos y neurológicos, obesidad, etc.
Apneas son pausas respiratorias generalmente seguidas por leves despertares que alteran profundamente la estructura del sueño. Esta suspensión de la respiración siendo por períodos de 10 segundos se considera normal.
Sin embargo, la ocurrencia de muchas apneas durante períodos superiores a este, configura un estado grave.
La apnea se encuentra generalmente en los hombres mayores de 40 y las mujeres después de la menopausia y está fuertemente asociado con la obesidad. Entre los portadores de este trastorno, 20 a 40% de los hombres sufren de impotencia sexual, además de los riesgos de accidentes de tráfico y en el trabajo debido a la fatiga y la somnolencia diurna.
Los niños con paladar rebajado u obstrucción en la laringe (adenoides o amígdalas muy grandes), que impiden el paso del aire, también pueden sufrir de este trastorno.
Así que hoy S.A.O.S. (Síndrome de la apnea obstructiva del sueño) se considera una enfermedad con una alta tasa de morbilidad y mortalidad, presentando un conjunto sintomático múltiple que va desde los ronquidos a la somnolencia diurna excesiva, con repercusiones generales hemodinámicas, neurológicas y de comportamiento.
Roncar, conocido vulgarmente como ronquido, es uno de los principales síntomas de la apnea del sueño (30%). Dolores de cabeza, dificultad para concentrarse, irritabilidad, depresión y olvido son los demás a tener en cuenta, pero uno nunca debe subestimar la somnolencia diurna y la fatiga excesiva.
Fuente: bienestarysalud.blogs.upv.es