Eduard Neetz y Casey Dean tenían 13 y 14 años respectivamente cuando luego de una fiesta fueron a un McDonald’s en busca de algunas hamburguesas. Los -en aquel entonces- adolescentes compraron una para cada uno y otra para su amigo Jono, quien llegaría al restaurante un rato más tarde.
Como Jono no pudo volver, les pidió a los chicos que le guaran su hamburguesa hasta su próximo encuentro. Sin embargo, después de aquel día, nunca más se supo nada del chico y desde entonces pasaron nada menos que 20 años.
Como buenos amigos, Eduard y Casey, cumplieron al pie de la letra con lo que les habían pedido y decidieron guardar la hamburguesa desde aquella fecha.
Tras 20 años, los australianos decidieron que ya era hora de liberarla y el fenómeno ha llegado a tal punto que han dedicado a su hamburguesa del siglo XX una canción, grupos en las redes sociales, un sitio web y además, han participado en numerosos programas de televisión.
Eduard y Casey no pretenden hacerce famosos con todo esto, sino ganar todo el dinero posible para donarlo a una organización que lucha contra la ansiedad y la depresión.
¿Y cómo estará la hamburguesa? Según sus dueños, “Dura como una roca. Absolutamente dura como un ladrillo.”