En una época en la que arrecian las enfermedades vinculadas a la imagen, algunas marcas empiezan a apostar por mujeres que escapan de los cánones imperantes de peso y edad; un fenómeno que busca asociar lo bello con lo saludable.
En diciembre del año pasado, Matilde La Frossia, de 65 años, recibió una llamada telefónica en su casa de La Plata. Del otro lado, escuchó la voz de una amiga de su hija que le propuso ser una de las modelos de la nueva campaña de una marca de ropa. Después de criar a seis hijos y, ahora, cuatro nietos, esta maestra jubilada se convirtió en algo que jamás había ni siquiera imaginado: una modelo. "Me siento tan común. Soy una señora que se ha dedicado a su familia. Nunca rocé nada que tuviera que ver con el modelaje", cuenta.
Matilde logró la conversión gracias al concepto de "belleza real" que avanza tímidamente en el mundo de la moda. Una idea que se aleja de las imágenes de delgadez extrema y juventud sobre las que se asienta un sistema tan aspiracional como éste. "Ciertas características sociales que estaban vinculadas a la moda, como la elegancia, están desactualizadas. Lo que importa ahora son cuestiones como la autoestima, el sentirse bien y ser diferente. Empieza a valorarse la individualidad de las personas y no a la uniformidad que imponía la moda", explica Susana Saulquin, directora del posgrado en Sociología del Diseño en FADU/UBA.
El surgimiento de esta "nueva idea" se da en un contexto en el que la belleza clásica enferma: proliferan los casos de bulimia y anorexia, y cada vez son más las mujeres que se someten a cirugías plásticas bajo la presión de las imágenes de perfección que se reproducen por los medios. A pesar de que los casos de modelos que escapan a la norma de belleza imperante son aislados, generan repercusión justamente por resaltar lo que la industria de la moda se encargaba de excluir: la "imperfección".
Cuando Daphne Selfe tenía 70 años, participó de un desfile a beneficio. Allí la descubrió un periodista de la revista Vogue de Gran Bretaña y la invitó a hacer una sesión de fotos. Un hecho que iba a provocar que una agencia de modelos la contratara. A esa edad, Selfe comenzó con una carrera que la llevó a protagonizar campañas de Dolce&Gabbana y a ser retratada por el famoso Mario Testino. "El concepto de lo que es bello cambió mucho a lo largo de los años. Ahora no se necesita ser guapo, estrictamente hablando, o tener una belleza clásica. La gente que actualmente se destaca en la industria de la moda es la que tiene un rostro peculiar, distinto y, sobre todo, una personalidad interesante, que es lo que luego se expresa en el exterior", decía esta mujer a sus 86 años al diario El País de España.
La diseñadora de indumentaria Florencia Mangini, que integra Visiones, un espacio para estudiar las tendencias de consumo, es determinante: "El mundo de la moda tiene un canon de belleza irreal: ninguna de las imágenes de las modelos que se publican en las revistas están sin modificar". Y es aquí donde aparece un problema. "Muchos de nuestros jóvenes luchan por lograr «el físico ideal», motivados por modelos, artistas o por la publicidad comercial. Muchos creen sinceramente que «el mundo es de los flacos». Otros, cuyo peso natural excede el estándar de delgadez que la sociedad impone, se deprimen, se autocritican y se sienten perdedores y desvalorizados", advierte la Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (Aluba). "Hoy, el 16% de los adolescentes argentinos tienen un patrón alimentario atribuible a la bulimia y la anorexia", dice la consultora médica y fundadora de la organización, Mabel Bello. La médica dice que estas enfermedades en un 40% tienen su origen en lo genético; mientras que el 60% restante se debe a la presión social.
El Parlamento francés, por ejemplo, fue directamente al ataque del mundo de la moda a la hora de combatir la anorexia. El Congreso aprobó dos enmiendas a una ley de salud. En la primera, se le exige a toda persona que se desempeñe como modelo presentar un certificado médico en el que se muestre un índice de masa corporal de al menos 18 (la Organización Mundial de la Salud considera que por debajo de 17 hay desnutrición severa). Las agencias que contraten modelos que no cumplan con este requisito serán pasibles de penas de prisión de seis meses o multas de 75.000 euros. La segunda enmienda a la ley refiere a la obligación de mencionar si las fotografías de anuncios fueron retocadas digitalmente.
UNA BELLEZA AL ALCANCE
Candice Huffine miró alrededor y vio esto: sus once colegas, con las que había compartido una sesión de fotos para el famoso calendario Pirelli, tenían un denominador común del que ella quedaba excluida: 90 centímetros de busto, 60 de cintura y 90 de cadera. Esa precisión matemática no correspondía con sus 100-83-110. Sin embargo, y a pesar de sus 90 kilos repartidos en su metro ochenta y cuatro, se convirtió en la imagen del mes de abril.
"Hoy hay una belleza que está al alcance de todos, gracias a las cirugías plásticas, la posibilidad de aplicarse extensiones capilares, de blanquearse los dientes. Así, se producen mujeres recreadas. En este contexto, la perfección pierde valor. Por lo tanto, se busca la ruptura", explica Saulquin. Y la ruptura es lo "imperfecto".
La belleza que impone el mundo de la moda empieza a ser cuestionada por los mismos consumidores, gracias a la multiplicación de sus voces en las redes sociales. La empresa de lencería estadounidense Victoria's Secret debió aprenderlo cuando el año pasado lanzó una campaña centrada en el concepto de "El cuerpo perfecto", eslogan bajo el que aparecían una decena de modelos 90-60-90 . Como reacción inmediata, en las redes sociales, miles de personas cuestionaron la idea de "perfección" a la que hacía referencia. Frente a la presión social, la compañía debió cambiar el concepto del anuncio por otro más políticamente correcto: "Un cuerpo para cada cuerpo".
La marca inglesa de ropa de talles grandes Lane Bryant contraatacó con la campaña "No somos ángeles". En la publicidad se ve, en ropa interior, a varias mujeres que exceden los cánones de delgadez impuestos por Victoria's Secret. Además, impulsaron a que las mujeres publicaran fotos de sus "curvas" en Twitter bajo el hashtag #ImNoAngel (No soy un ángel). El resultado: la campaña se volvió viral.
"Hoy, Internet genera la posibilidad de democratizar la moda a través de los blogs que llegan a ejercer mayor influencia que las grandes marcas. Esto conducirá a una mayor laxitud frente a la dictadura de los discursos hegemónicos en el campo de la industria de la moda", interpreta la psicóloga Any Krieger, de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA). Para la especialista, la moda transformó al cuerpo en un objeto. "Ejercicios, dietas y cirugías vienen a reemplazar el antiguo corsé al intentar disciplinar al cuerpo femenino nuevamente", dice.
Algunas empresas impulsan otro tipo de conceptos vinculados a la belleza. La marca Dove, de Unilever, comenzó hace un par de años a instalar las ideas de "belleza real" y "mujeres reales". Para la master brand de la compañía, Florencia Machaian, los términos apuntan a definir a "una mujer que se cuida, se siente plena y está realizada". En la marca de ropa Ver -en la que Matilde La Frossia es una de las protagonistas de la campaña- trabajan con el concepto de "mujeres reales". Viviana Rosas, jefa de imagen de la compañía, cuenta que la idea nació como consecuencia de cambiar la mirada. "Empezamos a prestar atención a nuestras consumidoras y no tanto a la moda", indica.
¿Se puede decir que hay un cambio de paradigma en la manera de concebir la belleza? Mabel Bello es categórica: "Es muy difícil cambiar un criterio de la población cuando está tan establecido. Parecería que para que hubiera un cambio deberían morir más chicas de bulimia y anorexia o que sucediera algo que despierte la conciencia". Soledad Offenhenden, directora de Visiones, explica que la tendencia de "lo real" podría ser algo pasajero. "Al concepto, la moda le adjudica un valor, pero que en breve va a dejar de tenerlo. El mismo sistema propone su devaluación. Es decir, algo es tendencia porque, en definitiva, va a dejar de serlo."
Sin embargo, el concepto de belleza que impone la moda es cada vez más resistido y combatido. Hace unos días, la prensa inglesa difundió el caso de Madeline Stuart, una joven australiana de 18 años que tiene síndrome de Down y que encabeza una campaña para demostrar al mundo de la moda que una persona con discapacidad también puede ser bella. En esta cruzada por mostrar la "imperfección", se destaca la historia de la modelo canadiense Winnie Harlow, de 20 años, que padece vitiligo, una enfermedad que afecta a la pigmentación de la piel. Eso motivó que la marca Desigual la contratara. "Con su confianza y optimismo prueba que ser diferente no sólo es bello, sino que la hace especial y más atractiva", explicó la empresa.
¿Se mantendrán este tipo de modelos en el competitivo mundo de la moda? Emiliano Mocchiutti, director de la agencia de modelos Look 1, responde: "No es lo mismo tener un momento que tener una carrera en el modelaje. Es lo mismo que lo que les sucede a los participantes de Gran Hermano"..
Fuente: www.lanacion.com.ar