Crece inconformidad por alza del precio a la gasolina y la pulverización del salario.
GUILLERMO CORREA BÁRCENAS
Sin precedente inmediato desde que el PRI retomó el poder en México, aumentan las protestas en contra del gobierno de Enrique Peña Nieto y se convoca a la movilización social. La causa es la liberación del precio de la gasolina que a partir del primer minuto de enero pulverizará el histórico, según expresión presidencial, aumento al salario mínimo, debido a la escalada de precios que cualquier alza al combustible trae consigo.
La inconformidad de la población en general también crece. Empresarios, comerciantes, trabajadores urbanos, campesinos e informales coinciden en repudiar la decisión hacendaria que pronto, en junio próximo, se reflejará en las elecciones del Estado de México, Coahuila y Nayarit, a las que seguirá el cambio de Presidente de la República en 2018.
Lo cierto es que si nada bueno se anuncia para el pueblo, al tricolor le irá peor. Eso es lo que espera, aunque el partido oficial se aliste para un fraude más que ahora se ve difícil de prosperar.
Decía Vicente Fox, el panista, que el aumento a las gasolinas no afecta a los pobres porque no tienen coche. De ese tamaño era, y es, su inteligencia.
Lo peor es que en el gabinete priista parecen decir lo mismo con el “no deben asustarse” expresado por el titular de Hacienda, José Antonio Meade Kuribreña. Afirmación semejante a la del que pide ver el futuro del país con optimismo. Imposible hacerlo por la mayoría trabajadora porque, denuncia el Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la UNAM, el salario mínimo es un crimen en contra del pueblo mexicano, pues no alcanza ni para comer, es decir, es anticonstitucional.
De esto habla el más reciente reporte de los investigadores de la Facultad de Economía que integran el Centro, documento que destaca la pérdida del 11.11 por ciento del poder adquisitivo en lo que va del sexenio y hasta el pasado mes de octubre, lo que lleva a los investigadores a establecer que para comprar la Canasta Básica Recomendable se tendría que trabajar como esclavo y que este gobierno el único futuro que ofrece a toda una generación es el de salarios de miseria que cada año alcanzan para menos, quitando el pan que se sirve en las mesas de las familias trabajadores y pasarlo a los bolsillos de los empresarios, acreedores –agrego legisladores—y funcionarios del gobierno. Basta con asomarse a los mercados populares, señalan los economistas de la UNAM, a los tianguis o a los supermercados y constatar la difícil situación que enfrentan los trabajadores al pretender adquirir con sus salarios los bienes del consumo diario.
Todo lo anterior va deteriorando la vida cotidiana de la clase trabajadora y el problema se extiende a varias generaciones que han crecido sin conocer otro panorama, porque se les ha impuesto la normalización de la miseria.
La investigación universitaria señala que hasta el 16 de octubre pasado, el precio de la Canasta Alimenticia Recomendable llegó a 218.06 pesos, en contraste con el salario mínimo que este mismo año fue de 73.04 pesos diarios. La Canasta se conforma por 40 alimentos y comprende a una familia de cuatro personas. No incluye gastos en pago de renta de vivienda, transporte, vestido, calzado y otros aspectos. Hasta la fecha mencionada el minisalario sólo podía adquirir el 33.5 por ciento de la misma, lo que quiere decir que se requieren tres salarios mínimos para comprarla. Los autores del estudio indican que 52 millones de personas conforman el total de la Población Ocupada en México y que al menos el 69.3 por ciento, es decir, 36 millones tienen ingresos menores a lo que la Constitución señala que debería ser el salario mínimo.
Para el CAM el aumento del 3.9 por ciento más un Monto Independiente de Recuperación de 4 pesos al salario mínimo que entrará en vigor el primero de enero de 2017 y que será de 80.04 pesos, prácticamente se ha esfumado y se requiere un incremento del 200 por ciento si se quiere que alcance para comer; de 400 por ciento para recuperar el poder adquisitivo de 1987, o sea 40 veces el incremento referido que el gobierno presumió de “histórico” el pasado primero de diciembre.
El Centro de Análisis Multidisciplinario de la UNAM encontró que si hace 30 años un trabajador laboraba 4 horas con 53 minutos para adquirir la Canasta Alimenticia Recomendable, actualmente debe hacerlo 23 horas con 53 minutos, por sola referencia de que se está peor que en la época del esclavismo.
Si los precios ya no cambiaran más y el salario mínimo siguiera aumentando al ritmo del 3.9 por ciento último, los trabajadores mexicanos tendrían que esperar hasta el año 2044 para que les alcanzara para comer, sostienen los analistas. Añaden: Esa política salarial que gestiona el gobierno y de la que se complacen los empresarios, tiene como consecuencia directa que año tras año los salarios alcancen para menos, pero tiene también otro efecto al verlo de forma agregada en todo el país. Resulta que la participación de los salarios en el Producto Interno Bruto disminuye en términos proporcionales, es decir, aunque anualmente crece el valor de los bienes y servicios finales que se producen en México el porcentaje que corresponde a las remuneraciones de los a asalariados se reduce.
Tras hacer una referencia a cada gobierno neoliberal de Miguel de la Madrid Hurtado, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox, Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto, los economistas concluyen que la pérdida de la participación de los trabajadores en el PIB es de 15.6 millones de millones de pesos, tanto como para pagar por más de un siglo –124 años— todo el presupuesto destinado a la deuda pública.