La sequía que afecta gran parte de Angola perjudica su producción agrícola, si bien este proceso no suele durar más de dos o tres semanas en diciembre, en algunas zonas se prolongó hasta tres meses.
Décadas de una guerra civil que acabó en 2002 arruinaron la agricultura angoleña y numerosas plantaciones fueron abandonadas o transformadas en campos minados.
Para el principal partido de la oposición, el Unita, el gobierno no invierte lo suficiente en el sector, algo que es posible teniendo en cuenta los grandes beneficios que se obtienen del petróleo en un país que es el segundo productor de crudo de África.
La Comunidad de Desarrollo del África Austral (SADC) recomienda destinar un 10% del presupuesto anual a la agricultura, pero Angola sólo consagra el 1,21%, según Unita.
El gobierno se defiende asegurando que se destina el 5% y se aumenta año a año para llegar al objetivo de la SADC.
La sequía hace aún más difícil la vida a aquellas familias pobres que viven del cultivo de los cereales o de la patata dulce, la base de la alimentación local.
Dos de los 18 millones de angoleños se dedican a la agricultura.
La consecuencia de la sequía no será sólo una disminución de los alimentos, sino también un aumento de los precios de los productos.